lunes, 28 de diciembre de 2009

Wait until spring Bandini

John Fante fue un escritor de origen italiano que vivió en EEUU. En su cuatrilogía "Espera a la primavera Bandini", "Preguntale al polvo", "Sueños de Bunker Hill" y "Camino de Los Ángeles" hace una especie de autobiografía en clave humorística. Muy recomendables del primero al último. Hay una edición barata de bolsillo Anagrama, Aparte de la cara en la misma editorial.

Sándor Márai

Nació en Hungria en 1900. Emigró a EEUU y se acabó suicidando en California en 1989. Su libro "El último encuentro" es a mi juicio su obra maestra. De la misma época son "Divorcio en Buda" y "La mujer justa". Se pueden encontrar en editorial salamandra. A continuación transcribo tres párrafos del libro "La mujer justa" que podrían considerarse como un resumen del mismo:


Te doy fuego. ¿Tú cómo llevas la pelea con el tabaco? Yo no he conseguido dejarlo, ya he desistido. No, del tabaco no, de la pelea. Un día tendré que rendir cuentas por esto también. Tienes que preguntarte si merece la pena vivir cinco o diez años mas sin el tabaco o si te conviene dejarte llevar por este vicio vergonzoso y mezquino que termina por matarte, pero que hasta que lo hace llena tu vida de una extraña sustancia que al mismo tiempo relaja y estimula el sistema nervioso. Al pasar de la barrera de los cincuenta, ésta se convierte en una de las preguntas mas serias de la vida. Yo ya he dado mi respuesta con los espasmos de la arteria coronaria y con la decisión asumida de continuar así hasta la muerte. Jamás renunciaré a este veneno amargo de mis dedos porque no merece la pena. ¿Dices que no es tan difícil dejarlo? Claro que no es tan difícil… yo también lo hice en mas de una ocasión, cuando merecía la pena. Pero estaba todo el día con el pensamiento fijo en el cigarrillo que no había encendido. Un día hay que mirar al diablo a los ojos y resignarse a su debilidad, aceptar que si necesita sustancias narcóticas debe pagar el precio completo por ellas. Entonces todo es más fácil. Cuando digo esto, la gente contesta: “Te falta valor” Y yo respondo: “Puede que no sea un héroe, pero tampoco soy un cobarde porque tengo el valor de vivir con mis propias pasiones”

Eso pienso yo.
Página 169 de La mujer justa


Como antes te decía, nos amábamos. Y voy a decirte otra cosa, por si no lo sabías: el amor, si es verdadero, siempre es letal. Ahora me explico: su fin no es la felicidad, el idilio “hasta que la muerte nos separe”, cogidos de la mano paseando bajo los tilos en flor, tras los cuales se vislumbra la mansa luz de la lámpara que refulge en el zaguán de la casa, que nos acoge y envuelve en sus frescos olores… Eso es la vida, pero no es el amor. El amor es una llama siniestra, más trágica. Un día se enciende el deseo de conocer esa pasión destructiva. ¿Sabes?, cuando ya no quieres nada para ti, cuando no buscas el amor para estar mas sano, mas tranquilo, mas satisfecho, sino que sólo quieres ser, por completo y aun a costa de tu vida. Ese sentimiento llega tarde, muchos no llegan a conocerlo nunca… Son los prudentes; no me dan envidia. También están los glotones, de curiosidad insaciable, que beben de cada tazón que se encuentran… Ésos son, sencillamente, lamentables. Luego hay otros decididos y astutos, los carteristas del amor, que roban un sentimiento a la velocidad del rayo, arrancan un poco de ternura y de intimidad de los escondrijos de un cuerpo y a continuación desaparecen en la oscuridad, se pierden con una sonrisa cruel en el oscuro caos de la vida. Están también lo cobardes y los precavidos, que lo calculan todo, en el amor y en los negocios; tienen una agenda donde apuntan los objetivos y los plazos de la vida sentimental, y viven según esas estrictas anotaciones. La mayoría son así, unos inútiles. Y por último están los pocos que un día comprendieron lo que la vida quiere con el amor, lo que pretende al entregar ese sentimiento al género humano. La naturaleza regala al ser humano la pasión, pero pretende que esa pasión sea incondicional. Página 251 de La mujer justa


-¿Desollarme? ¿A mí?-pregunté riéndome, aunque la garganta se me había quedado seca-¿Quiénes? ¿Los maniacos sexuales?

Me contestó con seriedad, como un cura cuando predica.

-Se avecina un mundo en el que todo el que sea bello será sospechoso. Y todo el que tenga talento. Y el que tenga carácter-afirmó con voz ronca-. ¿No lo comprende? La belleza será un insulto y el talento, una provocación. ¡Y el carácter, un atentado! Porque ahora llegan ellos, saldrán de todas partes cientos de millones de ellos. Y estarán por todas partes. Los deformes. Los faltos de talento. Los débiles de carácter. Y arrojarán vitriolo a la belleza, untarán con brea y calumnia el talento, apuñalarán el carácter en el corazón. Ya están aquí… y serán cada vez más. ¡Tenga cuidado!

Se sentó de nuevo al escritorio y se cubrió la cara con las manos. No dijo nada un buen rato. Luego, de improviso, me preguntó con amabilidad:

-¿Le apetece un café?

Así era él

Pero también a veces era de otra forma. Se estaba haciendo viejo y, a veces, parecía que se reía para sus adentros de la satisfacción que le daba haber dejado de ser joven. ¿Sabes?, hay hombres que piensan que al envejecer llega el tiempo de la venganza. Las mujeres, con la vejez, se vuelven locas, toman hormonas, se cubren de maquillaje, pagan a los jóvenes… Pero los hombres, cuando envejecen, a veces sonríen. Y un hombre que envejece sonriendo puede ser más peligroso para una mujer que un codicioso gigoló. En la eterna y aburrida guerra de los sexos-en la que a pesar de todo nunca nos cansamos de luchar-, llega un momento en que el hombre es el más fuerte porque ya no lo atormenta el deseo como antes, no lo empuja a dar pasos en falso. Ya no es su cuerpo el que manda, es él quien manda en su cuerpo. Y las mujeres se dan cuenta, lo huelen en el aire como los animales salvajes huelen al cazador. Nosotras sólo somos dominantes mientras podemos hacer sufrir a los hombres. Mientras podemos enredarlos con nuestro poder y volverlos locos con nuestro continuo y astuto toma y daca, saciándolos primero y luego poniéndolos a dieta… y mientras vosotros gritáis escribís cartas o nos amenazáis, nosotras nos sentimos tranquilas y satisfechas, porque aún tenemos poder sobre vosotros. Pero cuando un hombre empieza a envejecer se convierte en el más fuerte. Sí, es verdad, no dura mucho… porque una cosa es un hombre de mediana edad y otra cosa es un viejo chocho. Cuando llega la auténtica vejez, los hombres se vuelven como niños y empiezan a necesitar de nuevo a las mujeres.
Página 399 de La mujer justa

jueves, 24 de diciembre de 2009

Leyes de la estupidez

Carlo Cipolla fue un sociólogo italiano especializado en temas de economia. Entre sus numerosas publicaciones destaca un libro en el que establece unas leyes de la estupidez humana haciendo un paralelismo con conceptos económicos. Resulta sorprendente lo aplicable que es a la sociedad actual. A continuación resumo su clasificación de las personas:

Existen cuatro tipos de gente, según su comportamiento en una transacción:
Desgraciado: Alguien cuyas acciones tienden a generar auto daño, pero que tambien crea ventajas para alguien mas.
Inteligente: Alguien cuyas acciones tienden a generarle ventajas, al igual que ventajas para otros.
Bandido: Alguien cuyas acciones tienden a generarle ventajas, al mismo tiempo que ocasionan daños a otros.
Estúpido: Alguien que ocasiona daño a otra persona, o a un grupo, sin conseguir ventajas para ella misma o aun resultando dañada.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Arte versus Tecnología

Ho un pensiero ricorrente: En esta época dominada por la técnica e interesada por lo útil, ¿qué cabida tiene el espíritu humano, las emociones, qué valor tiene la poesía, el arte?

Ecco la mia domanda che cercherò di rispondere nei prossimi post
A veces salgo de mi tediosa indiferencia y me gusta ver como el arte se ríe de los esquemas conceptuales de la masa, como los desborda y los trastoca. Como exige de nosotros un cambio de actitud para aproximarnos al mundo de los sueños.

R. Delaunay (1885-1941)

La cotización de las obras varía con la época

Ito Shinsui (1898-1972)
El arte oriental se descubre con los postimpresionistas, quienes a su vez se sentirán muy influidos por el mismo : Monet, Van Gogh, Gaugin, etc